24/6/09

Costumbres


Me acostumbré a sentir junto a mí,
tu sombra alargada,
me acostumbré a mirar cada día
tu huella en mi almohada,
a caminar despacio a tu lado
y apoyar en tu hombro mi cara.

Me acostumbré a mirar con tus ojos
la claridad del alba.
Me acostumbré a sentir tu abrazo
en las noches amargas,
a labrar un futuro conjunto
y llorar en mis ojos tus lágrimas.

Me inventé para ti las palabras
que más te gustaban.
Soñaba por ti, aquellos sueños
que tú no alcanzabas.
A tu lado forjé mil historias,
con tu fuerza libré mil batallas

Ahora que el tiempo va rápido
y mis pasos se llenan de calma.
Ahora que mi rostro muestra
la huella de muchas cruzadas,
que mis manos se visten de surcos
y mi pelo se cubre de canas…

Ahora que nuestros sueños
marcan metas más cercanas,
quiero vivir nuestro amor
sin pensar mucho en mañana,
porque tu amor ha logrado
que a ti viva acostumbrada.



© I.R.P.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encanatado, como siempre. Pero sobre todo porque muestras un análisis, creo que acertado, del sentimiento de propiedad que nos acompaña hasta que tenemos que admitir, allá, hacia el final del camino, que no es fácil vivir sin el hábito y que no somos capaces de zafarnos de él. Somos adictos a lo que nos agrada de lo que nos rodea y de quienes nos acompañan. Sólo así podemos adaptarnos a este frenesí del viaje que es la vida.

Bajo el sauce dijo...
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Luci_ernaga dijo...

El hombre es animal de costumbres; lo desconocido le asusta y por eso busca un escenario en el que se sienta seguro y se muestre como es.
Por otro lado, hay costumbres que acaban asentándose en nosotros con el paso de los años. Antes, lo que aflora es un sentimiento de rebeldía por perder y/o tener que compartir la individualidad que nos complementa.
El amor es un duro ejercicio de libertad en el que no se para de dar y recibir; de luchar y ceder; de ir trabajando en él a diario, para darle la forma adecuada, ésa que mejor se adapte al tandem formado por cada uno de los miembros de la pareja. De jóvenes pensamos que nuestra fuerza será inmarcesible y no necesitamos de nada, ni de nadie. El tiempo, como el fuego que prepara el metal para poder darle forma, nos enseña que en muchas batallas, tal vez derrochamos un esfuerzo innecesario. Cuando existe un verdadero amor, la partida siempre queda en tablas.

Luci_ernaga

Magalis Marisol dijo...

Hola: Que bellos poemas con sentimientos y lo que más me ha gustado es la foto de los niños abrazados. Ojalá todos nos quedaramos con el corazón de niños, para que siempre haya PAZ en el mundo. Un abrazo desde Venezuela.

Anónimo dijo...

El amor es un ejercicio continuo de egoismo, lo que significa, o debe significar, que no todo egoismo es negativo.
Es egoista porque busca y se nutre de la presencia de la pareja para poder tener significado y viajar con sentido a través de la eternidad finita de una vida.
Y no es negativo porque se utiliza este egoismo para sentirse feliz, lo que lleva al esfuerzo en el mantenimiento de la relación. Este derroche de energía resulta un gasto calculado en el que se prevé un resultado beneficioso, no sólo para uno sino para ambos, lo que no puede perjudicar.

Sin embargo, el amor que no tiene entre sus cualidades el egoismo, es una amor desapegado, que no ata y al que no podemos agarrarnos.
Por lo tanto, la libertad en el amor, debe conducir, irremediablemente, a la esclavitud deseada; a la que proporciona sólo el amor y de la que no queremos librarnos.

Carlos dijo...

¡Qué bonito!

Pero cuidado: la costumbre tiene una peligrosa tendencia a transformarse en inercia, en reiteración, en aburrimiento.
Hay que aderezar la costumbre con risa, con discusión y con algunos malos rollos.

Me ha encantado leerte.
Un saludo.